Dra. Luz del Carmen Vilchis Esquivel
El diseñador gráfico, emisor y receptor de mensajes propios y ajenos, es doblemente responsable de lo que hace al manifestarse en sus diseños responde con su hacer de las intenciones comunicativas y su integración con los fines de los demás, los fines comunes.
La responsabilidad expresa del diseñador sobre los mensajes visuales emitidos en un medio público, es el deber de la inteligencia y la imaginación. Los códigos del diseño y su configuración en lo diseñado son catálogos de las conductas que la responsabilidad de diseñar
genera según las necesidades de comunicación de cada cultura.
Cada exigencia al diseñador se manifiesta como aptitud, capacidad natural que le permite dar cuenta de una conducta creativa, pero esta aptitud genérica se forma y educa en el tiempo, adquiere conocimientos, métodos, habilidades técnicas y se particulariza para constituir el dominio de los códigos morfológico, tipográfico, cromático y fotográfico.
El cometido del diseño gráfico es un compromiso sobre la forma y sus imperativos, una manera de obligarse a sí mismo frente a lo diseñado, incluyendo dirección, competencia, demanda, antagonismo o concurrencia específicas basadas en la cotidianeidad y la existencia de un conjunto de principios que constituyen, en última instancia, los fundamentos en que descansa la disciplina.
Entender y comprender son palabras que se aplican en distintos niveles para el conocimiento del diseño gráfico; el primero se refiere exclusivamente al aspecto superficial de lo diseñado o “desnudar lo que vemos”, implica la descripción informal de procesos y técnicas, es un acercamiento absolutamente operativo al diseño; el segundo, más completo y abarcante incluye al diseño gráfico, al diseñador, a lo diseñado y sus alcances comunicativos.
Entender el diseño gráfico expresa nuestros pensamientos más inmediatos, conocimientos surgidos de la percepción del objeto de diseño captando sus características, contrastes de forma y color, la calidad de su soporte, la eficacia del medio y sus relaciones externas.
Entender es explicar, desdoblar el diseño, precisar su contenido y conocer su significado. Como expresa Jorge Frascara:
El diseño de comunicación visual es una disciplina intelectual, social, estética y práctica, que compromete consecuentemente muchos niveles de la capacidad humana: poder de análisis, flexibilidad mental, claridad de juicio, refinamiento visual, conocimiento técnico, destreza manual, sensibilidad cultural y responsabilidad ética.1
Se entiende el diseño cuando se reconoce su significado: lo que se dice, el contenido del mensaje principal y los mensajes secundarios y se identifican todos los elementos que componen su estructura: dimensiones, escala, proporciones, planos, composición y jerarquía.
Los signos utilizados en cada diseño gráfico se complementan de manera singular y propician su interpretación por parte de otros, en consecuencia, los observadores entienden lo diseñado en un proceso que repiten y confirman relacionando las proposiciones gráficas y su sentido, es decir, establecen vínculos con el significado y la explicación de cada objeto de diseño.
Cuando se identifican los comportamientos del diseñador y sus condiciones de creatividad, cuando se determinan las condiciones de aplicación de las cualidades y habilidades propias y se reconoce la personalidad del diseñador establecida en un diseño resuelto y concluido, entonces se entiende el diseño gráfico Sin embargo, entender el diseño no basta, es necesaria su comprensión. Como expresa André Ricard, son las individualidades creativas, los diseñadores gráficos, quienes posibilitan el conocimiento de sus sistemas y modos de hacer, describiendo los detalles del proceso que coinciden con los anhelos de una sociedad que cada día es más silenciosa. Comprender obliga al “creativo objetual a aportar en cada momento la respuesta instrumental justa que cada colectividad humana requiere.”2
Comprender es, además de penetrar en el objeto diseñado, traspasar sus formas y tomarlo, ceñirlo, abrazarlo, hacerlo algo íntimo y propio, unirlo dentro de sí, fundirlo, compartirlo, es un acto de interpretación más profundo que no solo explica, también justifica, atiende a los motivos ocultos del diseño gráfico.
Se habla aquí del diseñador que regresa la mirada hacia su propio diseño y juzga sus elementos esenciales para hacerlos visibles ya no desde la imagen, manifestándolos desde la palabra, que describe y compromete porque acepta expresamente compartirlos o rechazarlos, la palabra que expresa los fundamentos de aquello que se conoce. La capacidad de comprensión de un diseño determina su evaluación cualitativa exponiendo también al diseñador que lo llevó a cabo. El saber sobre lo que se ha diseñado cobra actualidad aquí en las voces de quienes aceptan el riesgo de ampliar su compromiso con el diseño en una acción colectiva, en la necesidad de determinar su pensamiento a partir de ideas específicas, esto es, construir un ideario y con ello el compromiso con los resultados sociales del diseño.
Esta comprensión que va más allá de la creación de lo diseñado, no se agota en la explicación ya que, centrada en el hacer humano, implica consideraciones éticas, políticas, sociológicas, antropológicas, estéticas, etc. conscientes o inconscientes, integradas en un sistema conceptual que constituye en distintos planos del diseño gráfico lo que se denomina cosmovisión, espíritu objetivo o ideología.
La participación en un ejercicio de reflexión, evaluación y divulgación del diseño gráfico desde la práctica y la mirada personal en una manifestación externa es un acto generoso, resultante del descubrimiento de uno mismo y supone deliberación, intención y finalidad, depende de la certeza del conocimiento y del saber que siempre queda plasmado en lo diseñado.
También se vislumbra en la comprensión la evolución de las ideas y las evocaciones de los diseñadores quienes desde el reflejo de su inicio
profesional hasta la evolución particular desarrollada en el tiempo, enfrentan el reto más importante del diseño: las transformaciones sociales y la diversificación de su responsabilidad.
Es importante aprehender el diseño con libertad […] nuestras vidas y pensamientos son realmente de naturaleza comprehensiva. Deberían abrirse las fronteras que separan las diferentes disciplinas del diseño.
Deberíamos tener la libertad de examinar el diseño […] a través de este proceso de interacción, se obtienen nuevos impulsos en la creación de nuevo diseño […]3
El diseño gráfico, impregnado desde su origen de un profundo significado práctico no puede evitar las múltiples ideas y actitudes que genera en la conducta humana.
Por ello es importante comprender el diseño gráfico en cada una de sus partes y como un todo, en cada etapa de su proceso y como un proyecto terminado, ya que en ello está implícita la interpretación de la disciplina misma que, como cualquier área del conocimiento humano, exige el máximo esfuerzo de generación de ideas.4
Entender así el diseño es obra de la inteligencia que identifica las necesidades y distingue sus alternativas de solución, comprenderlo es propio de la especulación sobre las consecuencias sociales de lo diseñado, porque los medios de comunicación visual siempre se exponen ante alguien, esperando el reconocimiento del otro, de quien también realiza o solamente observa pero que de igual forma responde en un espacio compartido a través de los objetos de diseño.
Los principios de interpretación del diseño gráfico suponen todas las analogías y diferencias, las contradicciones que se dan en un solo diseño y que forman parte del mismo mundo donde encuentran su espacio de materialización y visualización.
La variedad de concepciones interpretativas afirma en todos los tonos y por diversos motivos, la diversidad de argumentaciones y multiplicidad de corrientes que conviven en el campo del diseño constituyendo intereses y aspiraciones tanto de la vida cotidiana como del lenguaje gráfico y la cultura visual de la sociedad; permiten entender el diseño gráfico de maneras diferentes que coexisten espacial y temporalmente.
Lo más importante de todo esto es que a pesar de la pluralidad de tendencias metodológicas y proyectuales que se expresan en, sobre y desde el diseño, los aspectos profundos de su comprensión son el denominador común que sustenta la teoría y la práctica de la disciplina.
Para el diseño, frecuentemente sumido en crisis de validez, éste es un espacio de definiciones porque los puntos de vista profesionales que entrega esta confrontación entre pares propiciarán que la concepción que se tiene sobre el diseño y lo diseñado no sea la misma ya que a partir de esta
secuencia didáctica de interpretaciones el presente del diseño pierde la regularidad mecánica que sólo espera fórmulas acabadas.
Las claves presentadas y representadas transforman al diseño de hoy en una serie de campos de conocimiento flexibles y móviles, cambiantes, donde tiempo y espacio exigen propuestas inmediatas y comprometidas con puntos de referencia que son justas medidas para resolver e identificar la particularidad.
Esta variedad de respuestas y explicaciones exige intencionalidades claras, precisas, individualizadas, provenientes de contenidos específicos y especializados. Lo dominante en el diseño gráfico ha dejado de ser “hagamos” para dar paso al “proyectemos” frente al cual el diseño refirma su capacidad creadora y creativa, desde esta diversidad de postulados claros, inteligibles y por ende educativos, que permitirán ver al diseño como una unidad siempre a la vanguardia.
Todas las ideas expuestas sugieren la variabilidad de métodos, también suponen pluralidad y complejidad de proyectos, conduciendo al diseño
gráfico por vías en las cuales legitima su autoridad y con ella la capacidad de orientar a aspirantes, estudiantes y profesionales.
Aquí no se presenta al diseñador como el ser monolítico, pieza inflexible o figura glorificada,5 antes bien, se muestra el hecho de que el diseño gráfico es tanto una práctica como un concepto y que su contexto cultural sumado al perfil del diseñador es parte de esferas que convergen en un mismo universo de conocimiento.
Este ejercicio de compilación es además una extensión de la cualidad comunicativa del diseño gráfico permitiéndole transitar de la visualización a la expresión verbal que, como fenómeno social y cultural responde a las demandas de la vida colectiva. Como dijera de manera visionaria Tomás Maldonado, la comunicación que no cumple con estas exigencias de “diálogo viviente entre hombres de una misma época” no comprende su sentido. La comunicación, confirmaba el mismo autor, no es recurso de solitarios sino de individuos sociales en situaciones cotidianas.6
Es así como la auténtica comunicación en el diseño gráfico implica conocer la excepcional significación del imaginario visual con el énfasis en la importancia del sentido, la legibilidad y la posibilidad de interpretación de todo texto visual. Tras comprender el diseño como proceso, intervención y sumario de acciones, es factible la lectura de sus características, en cada una de sus partes como evidencia del análisis de su gramática. visual, sus bases de articulación, sus géneros y discursos, o en su expresión como un todo, es decir, como la síntesis de un medio representativo y singular. En cualquiera de estas opciones, el pensamiento y la especulación sobre lo diseñado siempre generarán la madurez y la llamada de atención en el propio diseñador. El diseño gráfico muestra así la necesidad de constante interpretación y análisis de sus variantes desde posturas que no transigen ni se complacen a sí mismas, por el contrario, demuestran el rigor con el que un diseñador es capaz de calificarse a sí mismo y evaluar sus creaciones.
Cada conjetura aquí presentada es por sí misma un momento de reflexión sobre el “pensar” y el “hacer” del diseño que deja en una comprometida apertura la responsabilidad de su aplicación en la enseñanza y profesionalización de los futuros diseñadores gráficos. Es la perfecta fusión de la teoría y la práctica.7
Se busca en este trabajo, la evidencia de los presupuestos que hacen posible el diseño y su inserción en la cultura visual en cápsulas concisas que exponen: la dimensión del diseñador, las réplicas a innumerables preguntas sobre lo diseñado, la determinación sobre las alternativas dadas como conjunto de correspondencias visuales y notas para definir cada uno de sus
proyectos, la estructura de sentido y su traducción en gestos escritos como respuestas a los estímulos que propicia cada decisión en el proceso de
diseñar.
Hemos de demostrar aprecio por estos pensamientos en su modalidad de claves o ideas breves, cuyas operaciones de reconocimiento e interiorización en las propias experiencias, contextos y vivencias descubren las estrategias del
diseño gráfico y sus vestigios en el pensamiento: “la relación imprescindible de la imaginación con la razón y la consiguiente conversión de todo trayecto antropológico en trayecto semántico”8, es decir, el sentido en las huellas de lo diseñado.
Bibliografía
– Babolín, Sante. Producción de sentido. Colombia, UPN, 2005
– Coumans, Anke. “The visual essay. Reflexivity in the design process” en The Reflexive Zone. Netherlands, Utrecht School of the Arts. 2004
– Frascara, Jorge. El diseño de comunicación. Buenos Aires, Infinito, 2006
– Igarashi, Takenobu. “Mi relación con el diseño” en Ensayos sobre el diseño. Buenos Aires, Infinito, 2001
– Maldonado, Tomás. Escritos Preulmianos. Buenos Aires, Infinito, 1997
– Ricard, André. Diseño ¿por qué? Barcelona, Gustavo Gili, 1982
– Sparke, Penny. An Introduction to Design and Culture. London, Routledge, 2005
– Vilchis, Luz del Carmen. Diseño. Universo de conocimiento. México, UNAM / Claves Latinoamericanas, 1999
Referencias
1 Jorge Frascara, El diseño de comunicación, p. 165
2 André Ricard. Diseño ¿por qué?, p. 71
3 Takenobu Igarashi. “Mi relación con el diseño”, p. 37
4 Cfr. Luz del Carmen Vilchis. Diseño. Universo de conocimiento, pp. 11-28
5 Cfr. Penny Sparke. An Introduction to Design and Culture, pp. 1-9
6 Cfr. Tomás Maldonado. Escritos Preulmianos, pp. 91- 93
7 Cfr. Anke Coumans. “The visual essay. Reflexivity in the design process”, pp. 19-27
8 Sante Babolin. Producción de sentido, p. 49