Dra. Luz del Carmen Vilchis
Las evocaciones permiten transitar entre el presente y los momentos importantes del pasado, son formas en las que el espíritu alcanza algo de quietud cuando la ausencia lo deja abruptamente vacío. La Maestra Ana Teresa Ordiales, después de cuarenta años de docencia en la Escuela Nacional de Artes Plásticas nos dejó con esa sensación que sólo fuimos capaces de paliar reuniéndonos para brindar por su memoria con las referencias de los momentos vividos con ella como alumnos de Taller de esmaltes, privilegio del que nos permitió gozar a todos los estudiantes de la Academia de San Carlos aquél tan criticado tronco común. Su taller, un espacio pequeño, siempre organizado con incontables botellitas de colores, pinceles y unas mesas adosadas a la pared tan angostas que bien podían ser una barra, allí trabajábamos nuestros ejercicios, láminas o tubos que servían de soporte a esquemas cromáticos o formas caprichosas, experimentos que después entrarían a un pequeño horno el cual, al abrirse hacía patente nuestra torpeza y falta de habilidad con los materiales y las técnicas, “del horno a la basura, ni se atrevan a guardarlos” nos decía la Maestra con aquellos ojos hermosos pero profundos que fijaban la mirada en nuestros errores para luego dirigirla a nuestros miedos, después, con firmeza ponía nuevamente el ejemplo y explicaba con todo detalle la causa de que no lográramos lo imaginado y nos instaba a empezar de nuevo, así hasta que moviera la cabeza y afirmara “en unas semanas tal vez puedas proponer algo”. Años después llegó ese enorme horno que la falta de una acometida eléctrica en la Academia de San Carlos impidió utilizar porque su conexión hubiera causado tal corto circuito que toda la instalación eléctrica se habría quemado. Ella, tan enérgica y firme, terminó por aceptar que ese horno era un imposible y ahí ha quedado, como frío y callado monumento en su memoria.
Palabras sobrarán para hablar de su importante trayectoria artística y su obra, tarea que se impone a los historiadores, críticos y cronistas de las artes visuales; relatar instantes a su lado, sólo quienes hemos tenido el privilegio de pertenecer a esta comunidad que Martín Coronel Ordiales, su hijo, describiera, conmoviéndonos en lo más profundo, como “la familia de mi mamá”. En nosotros su recuerdo permanece.